A nivel mundial, Holanda es reconocida por ser una de las naciones más avanzadas en todos los sentidos. La calidad de vida de sus habitantes así lo demuestra, además sus leyes muestran una apertura mental que se encuentran varias décadas adelantadas a lo que sucede en el resto del planeta.
Pero más allá de los puntos mencionados, también es un país que cuenta con un fuerte movimiento de punk y garage. Existen miles de jóvenes interesados en agitar sus cuerpos al ritmo de la música y también hay varias personas encargadas de hacer sonar sus instrumentos de la manera más frenética y delirante. Dentro del panorama reciente, uno de los mayores referentes es The Anomalys.
A lo largo de una década, el trío conformado por Bone (voz y guitarra), Rémi (batería) y Looch Vibrato (guitarra) ha ganado reconocimiento internacional por sus energéticas presentaciones. Gracias a eso sus integrantes han logrado realizar giras por toda Europa e inclusive han cruzado el Atlántico y en el 2012 estuvieron de visita en México.
También por la bestialidad de su sonido, no es de extrañar que de inmediato encontraron en Slovenly Recordings su cómplice ideal. Eso se tradujo en la publicación del álbum debut de los holandeses en el 2010. De forma paralela también han visto la luz numerosos sencillos.
De igual forma, se debe mencionar que la relación de los integrantes del trinomio con la música no se limita a The Anomalys. También cuentan con otros proyectos como el caso de Bone que forma parte del dueto The Sex Organs (recomendamos leer nuestra reseña de su álbum), Looch también toca con Magnetix y Rémi también es baterista de Weird Omen y Escobar (recomendamos leer nuestra reseña de su álbum más reciente).
Ahora, el 2019 recibe el nuevo 7" de The Anomalys en el que se incluyen cuatro temas inéditos. Todas las canciones que aparecen destacan por seguir el mismo estilo del pasado y del que parece jamás se piensan desprender.
Un total de 8 minutos demuestra que no es necesario invertir demasiado tiempo para escuchar el material. Un par de guitarras que suenan como demonios nocturnos se unen a una estruendosa batería para conformar la artillería con la que atacan a los oídos.
No hay lugar para los descansos ni las baladas melancólicas. Aquí todo es punk & roll lleno de furia y ejecutado a máxima velocidad. Con la misma furia con la que inicia una canción también termina. Es tanta la energía que proporciona el material que resulta imposible no querer azotarse contra las paredes al escucharlo.