De los estilos musicales que persisten hasta nuestros días, el blues es uno de los más antiguos. Es la raíz que dio forma al rock & roll y, por lo tanto, a muchos de los sonidos que están a nuestro alrededor. Se trata de un estilo de vida que nunca pasará de moda porque nunca lo ha estado. Mientras que no desaparezca la tristeza, jamás lo harán los cánticos que desahogan el alma.
Dentro del panorama contemporáneo, un conjunto que ha destacado del resto es Daddy Long Legs. Su peculiar forma de combinar la melancolía del blues con la explosión del punk les ha servido para llevar su música de gira por todo el mundo.
Ahora, el trío conformado por Josh Styles en los tambores, Murat Akturk en la guitarra y Brian Hurd en la voz y armónica presenta su nuevo material, el cual marca su debut con el sello Yep Roc Records.
Con más de una década de respaldo, el sonido del conjunto originario de Nueva York está bastante bien definido y en su nuevo trabajo existen algunas variaciones pero en el fondo se mantiene la esencia. Es rock & roll creado con el mínimo de elementos pero que sacude el alma.
En "Pink Lemonade" se aprecian ligeras reminiscencias a los primeros The Black Keys, pero conforme avanza la canción se reconoce el estilo del trinomio. La afilada guitarra y los gritos de lobo aullador de Brian son imposibles de confundir.
Más adelante, en "Mornin Noon & Nite" nos transportan hasta los campos de algodón que proliferaban al sur de Estados Unidos hace un siglo. Un ritmo sereno acompañado de la inmortal armónica destacan del resto. Se trata de una composición que podría escucharse alrededor de una fogata con la compañía de la Luna.
En cambio, en "Winners Circle" se escucha un viejo piano de acompañamiento, con lo que se obtiene como resultado una pieza cercana a las que probablemente sonaban en las antiguas taberna donde los hombres se iban a emborrachar después de largas jornadas de trabajo.
Si bien, en el fondo el material contiene el estilo directo y desgarrador con el que ha destacado el trío americano, es tal vez el álbum más introspectivo de su carrera. El punk aparece pero sólo en pequeñas dosis porque aquí el blues y los sonidos campiranos son los protagonistas.